viernes, 25 de octubre de 2019

CAPITULO 4 (SEGUNDA HISTORIA)




—¡¿Qué?! —se horrorizó Paula, cubriéndose la boca con las manos.


—Es mi hijo —le recordó Pedro, sin elevar el gélido tono de su voz—. Todas las acciones traen consecuencias, Chaves—chasqueó la lengua—. Tú decidiste ocultármelo, pues yo decido que el niño se queda conmigo. Y te aseguro que no vas a ganarme. Soy su padre —entrecerró los ojos—. Puedes entregármelo por las buenas o por las malas.


Catalina y Zaira se petrificaron. Mauro, Bruno y Samuel gruñeron, al igual que Ariel, que rodeó los hombros de Rose en señal de protección. Pero ella no requería protección, aunque agradeció que la sujetara, porque, si no, saltaría.


—No me lo quitarás —anunció Paula, caminando hacia Gaston. Howard había logrado que se calmara lo suficiente como para no arrojarse y destrozar, con las uñas afiladas, el perfecto rostro de Pedro Alfonso.


Él fue más rápido y retrocedió con el bebé, alejándose cuanto pudo.


—¡Pedro! —chilló, encolerizada—. ¡Es mi hijo!


—También es mío —alzó una ceja, insolente—. Desde este momento, se quedará conmigo, que es con quien debe estar, con su padre. Mi abogado se pondrá en contacto con el tuyo; no te preocupes, que no me gusta dejar un cabo suelto, nunca se sabe la clase de personas con las que uno se puede topar en su vida —añadió, con evidente desagrado.


—¿Por qué haces esto? —le recriminó ella, llorando en silencio—. ¡Jamás te he importado! ¡No te preocupaste de preguntarme si me había quedado embarazada, imbécil! ¿Y ahora, de repente, quieres ser padre?


—Tienes razón: tú nunca me has importado —declaró con tranquilidad, haciendo carantoñas a Gaston, que reía dichoso—, pero un bebé es otra historia. Hubiera preferido que la madre de mi hijo fuera otra, pero ¡qué se le va a hacer! —le sonrió con frialdad.


—¡Pedro! —le regañó la señora Alfonso, pasmada, como el resto de los presentes.


—No, mamá —negó Pedro con la cabeza—. Ella me lo ocultó. Y si lo he descubierto ha sido porque ha venido a la boda. Ni siquiera me dio una mísera oportunidad para reaccionar ante la noticia, sino que me juzgó sin conocerme. No ha querido que yo supiera de la existencia de mi hijo —frunció el ceño—. Vale, pues, como no se puede echar el tiempo atrás, ahora actuaré yo en consecuencia. Hoy es veinticuatro de diciembre, lo que significa que mi hijo tiene cuatro meses y veintidós días de vida; pues, de momento, será el tiempo que Gaston permanecerá conmigo. Después, solicitaré la custodia. Estoy en mi derecho. Y nadie —contempló a todos con fiereza— me lo arrebatará.


Paula no cabía en sí del infinito odio que sentía hacia ese hombre. ¿Cómo se le había ocurrido acostarse con él, y en un ascensor, y dos veces, y sin precaución? ¡¿Cómo?! ¿En qué momento se había vuelto tan loca como para sentirse atraída por Pedro Alfonso, la peor persona que había conocido en sus veintisiete años, ese hombre que pretendía quitarle a su hijo? 


Entrecerró la mirada.


—Pues será por las malas —decretó ella, cruzándose de brazos—. Pero Gaston se viene conmigo, si no quieres que te denuncie por secuestro. Hasta que un juez no dictamine que la custodia es tuya, que eso está por ver, no verás a mi hijo —anduvo con rapidez hasta Pedro, que se había paralizado por sus palabras, y tomó al bebé, que acunó con dulzura en su pecho—. Vámonos, Ariel, aquí no tenemos nada más que hacer. Lo siento —agregó hacia la familia Alfonso, compungida por la terrible situación en la que se encontraban
—. Como comprenderéis, no permaneceré un segundo más en un sitio donde esté Pedro.


Howard recogió la bolsa del niño y la cuna, que dobló al instante por la pericia adquirida en los meses de vida que tenía Gaston, y salieron al pasillo.


—Si no quieres que sea yo quien te denuncie por llevarte a mi hijo — advirtió Pedro, colocándose frente a ellos, obstaculizándoles el camino—, Gaston se queda conmigo.


Ariel avanzó, pero Paula lo detuvo, agarrándolo del brazo.


—Esperad. Hay una solución —anunció el señor Alfonso—. Pedro, Paula, entrad en la habitación otra vez. Los demás, regresad a la fiesta.




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