viernes, 11 de octubre de 2019
CAPITULO 109 (PRIMERA HISTORIA)
—¡PAULA!
Pedro corrió a su lado. Con manos trémulas, le comprobó el pulso.
Nada.
Algunos coches se detuvieron. La gente se amontonó a su alrededor, ofreciendo ayuda, pero no escuchó ni vio a nadie, solo a ella. Le recolocó el abrigo de terciopelo y le echó el suyo encima como medida preventiva, había que controlar su temperatura corporal.
Sacó su iPhone, que se le cayó al suelo dos veces por los nervios. Llamó a emergencias para que enviaran una ambulancia desde su hospital.
Seguidamente, telefoneó a Manuel.
—¿Dónde estáis, Pedro? —le dijo su hermano al descolgar.
—¡Manuel! —gritó, histérico—. ¡Han atropellado a Paula!
—¡¿Qué?! ¡¿Dónde?!
—En la... puerta de casa... —hablaba mientras le realizaba la reanimación cardiopulmonar—. No... No respira...
—Vale, tranquilízate. Ya estamos de camino, ¿de acuerdo? Pon el altavoz y escucha atentamente. ¿Has llamado a una ambulancia?
—¡Sí, pero no viene, joder! —obedeció a Mnauel, apoyó el iPhone en la calzada y activó el altavoz.
—A ver, Pa, dime cómo está —le pidió con suavidad.
Pedro continuó masajeándole el corazón y suministrándole oxígeno por la boca.
— Le sangra la cabeza... La pierna... ¡Joder! —se quitó la chaqueta con rapidez y le hizo un torniquete en el muslo para frenar la hemorragia—. ¡La tiene rota, Manuel!
Era cierto, la punta de un hueso le rasgaba la piel. Contaba, además, con una profunda herida alrededor. El pánico se adueñó de él, no por la pierna, claramente fracturada, sino por la lesión de la cabeza. El vestido estaba roto y tenía arañazos por todo el cuerpo. Y su preciosa cara...
—¡Joder!
—Comprueba el pulso otra vez. Ya casi estamos.
Pedro así lo hizo.
—Muy débil... Creo... Creo que ya lo noto... —titubeó, continuando con la reanimación.
Al instante, oyó una sirena. La ambulancia frenó en seco.
—Señor, por favor, déjenos a nosotros —le indicó el médico, acompañado por dos camilleros—. Doctor Alfonso, por favor —insistió, al reconocerlo.
—¡Paula! —exclamó Rocio, horrorizada, arrodillándose a su lado—. Me acaba de llamar Bruno... ¡Dios mío! —lloraba en silencio, estremecida.
Sus hermanos aparecieron a los pocos segundos.
—Vamos, Pedro—Manuel tiró de él.
—¡Suéltame!
—Déjalos que hagan su trabajo, venga, Pa.
Rocio y Bruno ayudaron a taponar la herida de la cabeza de Paula y a entablillar su pierna, mientras Manuel lo sujetaba a él con fuerza; Pedro luchaba por acercarse, estaba aterrorizado. Metieron a su novia en la ambulancia y se la llevaron al hospital, con Moore, que llevaba a cabo la respiración asistida de la paciente, mediante la compresión de una bolsa.
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Ayyyyyyy Dios mío qué desgracia!!! Excelentes los 3 caps.
ResponderEliminarNooooo seguro que fue la vieja HDP!!!
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