jueves, 21 de noviembre de 2019
CAPITULO 72 (SEGUNDA HISTORIA)
Descendieron a la quinta planta: Neurocirugía. Pasaron la recepción y anduvieron por un pasillo recto lleno de visitantes, que saludaron a Bruno a su paso con infinito respeto, y con habitaciones a ambos lados. Giraron a la izquierda y continuaron hasta el fondo. A la derecha, había una puerta con una plaqueta colgada con el nombre del doctor Bruno Alfonso y su cargo de Jefe de Neurocirugía. A la izquierda, había otra puerta, la última estancia para pacientes ingresados: el cuarto de Nicole Hunter. Paula pensó, convencida, que no era mera casualidad que la estancia más cercana al despacho de su cuñado fuera precisamente esa.
Se sorprendió al descubrir la cama al fondo, debajo del ventanal, desde donde se apreciaban las vistas nocturnas del Boston Common. No había nadie, excepto la chica en coma. Bruno se acercó y comprobó los monitores. Ella colocó el carrito pegado a la pared y se acercó.
Y se quedó atónita.
—Es guapísima... —señaló Paula en un hilo de voz.
—Tiene los ojos más verdes que he visto jamás —comentó él, con una sonrisa distraída.
Los ondulados cabellos de Nicole, de color marrón oscuro, estaban recogidos en una coleta lateral que alcanzaba su cintura, sujeta debajo de la oreja por un precioso lazo azul celeste; el flequillo, desigual en las sienes, le llegaba a las cejas, no gruesas, sino perfectas; sus ojos cerrados parecían alargados y grandes y las pestañas eran interminables y rizadas; los pómulos rosados se alzaban a los lados de una nariz pequeña y recta; los labios entreabiertos eran finos, perfilados y brillaban, lo que significaba que alguien los había pintado, y recientemente; el rostro era ovalado, su cuerpo, delgado, y no parecía alta, de hecho, el aspecto era el de una preciosa muñeca, incluida su cara, en especial por el peinado.
—Hola, Nicole —la saludó él—. Te presento a Paula. Dentro de poco será tu nueva enfermera.
Las constantes vitales de la paciente se aceleraron. Paula se sobrecogió, posando una mano en el pecho. Bruno se echó a reír.
—Es normal —le aseguró su cuñado, encogiéndose de hombros con fingida indiferencia—. Siempre se acelera cuando le hablo.
Paula parpadeó, aturdida.
No, Bruno, esto no es normal...
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Muy buenos capítulos!!!
ResponderEliminarAy, me encanta la complicidad entre Pau y Bruno.
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